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Lenin (1870-1924), por Hermann Weber


Hermann Weber (23 de agosto de 1928-29 de diciembre de 2014), exprofesor de historia política de la Universidad de Mannheim, narra la vida Vladimir Ilich Ulianov, conocido por todos como Lenin, «el más grande revolucionario de nuestro siglo» (p. 170).

Nació el 22 de abril de 1870 en Simbirsk (hoy Ulianovosk), una ciudad situada junto al Volga que, a pesar de ser el centro administrativo de la provincia, carecía de una línea de ferrocarril que la enlazara con el mundo exterior. Sus 43 000 kilómetros cuadrados albergaban 1 300 000 habitantes, muchos de ellos tártaros, mordvanos y chuvashi.

Ilia Nicolaievich Ulainov, padre de Lenin, ocupaba en Simbirsk el cargo de inspector de Primera Enseñanza. La demarcación contaba con escasas escuelas, que se encontraban además en unas condiciones primitivas, de manera que se veía obligado a viajar casi constantemente. Maria Alexandrovna Blank, madre de Lenin, procedía de una familia germano-volinia asentada en Rusia desde hacía generaciones. 

Vladimir disfrutó de una infancia alegre y feliz. Comenzó a aprender a leer a los cinco años, junto con su hermana Olga. En cuanto dominaron el ruso, la madre comenzó a enseñarles otros idiomas. Vladimir estudió también música; a los ocho años tocaba al piano con destreza numerosas composiciones para niños. Además, aprendió muy pronto a jugar al ajedrez, y en poco tiempo se convirtió en un magnífico jugador. Él y sus hermanos recibieron una educación rígida y religiosa, dirigida a convertirlos en personas laboriosas y responsables. En vida del padre no hubo en el hogar de los Ulianov ni el más leve indicio de ideas revolucionarias.

Lenin ingresó en el Instituto de Simbirsk en otoño de 1879. Era un buen estudiante, capaz de trabajar con aplicación. 

Siendo adolescente, Vladimir Ulianov ya no encontraría un clima tan alegre y tranquilo como el de su infancia. El 24 de enero de 1886 murió su padre cuando se sintió repentinamente indispuesto, y todavía le afectaría más la muerte de Alexander, su hermano mayor, acaecida un año después. 

En su época de estudiante, Alexander, a quien Vladimir había tomado como modelo de su infancia y juventud, se había adherido a Narodnaia Volja (Voluntad del Pueblo), una organización revolucionaria rusa. En marzo de 1887 la policía secreta zarista lo detuvo, acusándolo de preparar un atentado contra el zar Alejandro II. Los esfuerzos de la madre por salvar a su hijo fracasaron, muy posiblemente porque aquél asumió con valentía los hechos que se le imputaban. El 20 de mayo Alexander Ulianov fue ahorcado en San Petersburgo.

Al igual que al resto de sus hermanos, la muerte de Alexander empujó a Vladimir hacia la senda revolucionaria. Esa experiencia lo convirtió en un opositor al zarismo y en su más encomiado enemigo. Durante la época posterior, a lo largo de la cual se transformó en un revolucionario, Lenin se convenció de la imposibilidad de vencer al zarismo con atentados; para ello se necesitaba una poderosa organización revolucionaria.

Mientras temía por la suerte de su hermano, Vladimir tuvo que examinarse de reválida; las pruebas se celebraron entre el 17 de mayo y el 22 de junio. Aprobó con excelentes calificaciones, pues los examinadores lo consideraron «digno del grado de bachiller y de la medalla de oro». 

Después de que aprobaran el bachillerato Vladimir y Olga, a finales de junio los Ulianov se trasladaron a Kokuschkino, una finca de la familia Blank. En otoño de ese mismo año la familia se marchó a Kazán para que Vladimir pudiera matricularse en la Facultad de Derecho de la Universidad de Kazán.

Por aquellas fechas, el único grupo social revolucionario lo constituían los estudiantes. La ejecución de Alexander Ulianov y de sus cuatro compañeros había provocado una oleada de pánico entre el estudiantado, pero también una renovada rebeldía. Las protestas de los universitarios se sucedían. Este ambiente de agitación fue el que encontró Lenin al entrar en la universidad.

Vigilado por la policía desde la ejecución de su hermano, Vladimir no tardó en verse en dificultades. El 16 de diciembre participó en una manifestación estudiantil en la Universidad de Kazán, y la policía, acusándolo de encabezarla, lo detuvo al día siguiente en su domicilio. Lenin pasó unos cuantos días en la cárcel de la ciudad junto con otros cuarenta detenidos y fue expulsado de la universidad. Fue confinado en la propiedad de su familia en Kokuschkino y sometido a vigilancia policial, al igual que su hermana Anna.

En octubre del año siguiente, Lenin recibió autorización para regresar a Kazán, donde trabajó intensamente. Informes posteriores demuestran que fue en esta época cuando leyó por primera vez El Capital de Marx. También se reunía con representantes de los narodnovolzi, los campesinos revolucionarios rusos. Es indudable que estaba ya inmerso en las teorías revolucionarias.

En mayo de 1889, los Ulianov se trasladaron de Kazán a Alaievka, un pueblo en la provincia de Samara. En mayo de 1890, a Lenin le permitieron examinarse como alumno libre en la Universidad de San Petersburgo. En septiembre, Vladimir acabó sus exámenes y en enero de 1892 recibió de la delegación provincial de Instrucción Pública de San Petersburgo el diploma universitario de Primer Grado.

En mayo de 1891 su hermana Olga falleció a consecuencia del tifus. Esta nueva desgracia afectó mucho a la madre, y Lenin abandonó San Petersburgo para regresar a Samara, donde permanecería un año.

Durante su juventud, a Lenin le influyeron sobre todo las ideas de Chernischevski, cuya novela ¿Qué hacer? leyó repetidas veces. Nadezda Konstantinovna Krupskaia, la mujer que habría de ser su esposa, afirmará más adelante que El desarrollo del capitalismo en Rusia, la primera obra fundamental de su marido, había surgido «gracias a la influencia que Chernischevski había ejercido sobre él».

Desde los años noventa, Lenin se sintió un marxista ortodoxo. En sus primeros escritos defendió el marxismo frente a los narodniki, los socialistas campesinos rusos, y más tarde frente a las «desviaciones» revisionistas. Pero además Lenin «rusificó» y modernizó el marxismo, lo adaptó a circunstancias objetivas y le imprimió un giro hacia el voluntarismo. Esta interpretación voluntarista del marxismo, determinada en parte por los revolucionarios rusos Tkachev y Netchaiev, se refleja en su tesis de transformar la situación merced a la voluntad consciente de una minoría, saltándose así etapas de la evolución histórica.

En la primavera de 1893 Lenin pasó a formar parte del grupo marxista de Samara. Aunque era uno de los dirigentes, apenas participaba en labores de propaganda. En septiembre se trasladó a San Petersburgo para dedicarse por entero a la política.

Allí conoció a Nadezda Krupskaia, y en 1894 escribió su primera obra de relieve: ¿Quiénes son los amigos del pueblo y cómo lucha contra los socialdemócratas?, que defendía el marxismo frente a los narodniki. Lenin pronto sobresalió entre los marxistas de San Petersburgo. A pesar de su juventud, en la clandestinidad se le conocía por el apelativo «El viejo». Por entonces demostraba ya una voluntad inquebrantable, una inteligencia muy aguda y una actitud combativa.

En 1895 Lenin cayó enfermo con pulmonía. Tras su restablecimiento viajó por primera vez al extranjero. Visitó Alemania, Suiza y Francia. En Suiza conoció a Plejanov —el destacado teórico del marxismo ruso— y a otros miembros del importante grupo de exiliados rusos Emancipación del Trabajo. A finales de mayo partió hacia París, donde se entrevistó con Paul Lafargue, el yerno de Marx. Regresó a Suiza el mes de julio y aprovechó la ocasión para curarse una dolencia estomacal en un balneario. En la segunda quincena de julio se trasladó a Berlín, hospedándose en casa de una tal señora Kurreick.

Lenin emprendió el regreso a Rusia el 19 de septiembre con una maleta de doble fondo repleta de literatura marxista. El 11 de octubre pisaba de nuevo el umbral de su casa en San Petersburgo. Fue entonces cuando salió a relucir su talento organizativo, pues junto con su futuro rival Juli Martov se unió a los grupos marxistas en la Liga de San Petersburgo para la Emancipación de la Clase Trabajadora. En noviembre la Liga distribuyó entre los obreros un folleto escrito por Lenin, y bajo su dirección inició los preparativos para editar su propio periódico llamado Rabocheie Delo (Causa obrera). En esas tareas estaban cuando Lenin y algunos de sus compañeros fueron detenidos en la noche del 20 al 21 de diciembre.

Lenin pasó catorce meses encarcelado en una celda individual como preso preventivo. Mantenía un abundante intercambio epistolar con sus compañeros del exterior, y al mismo tiempo trabajaba sin descanso. En esta época, amén de obras menores, recopiló los materiales básicos de El desarrollo del capitalismo en Rusia.

El 10 de febrero de 1897 el gobierno decretó que Lenin fuera desterrado a Siberia Oriental por un período de tres años y sometido a vigilancia policial. El 20 de mayo llegó a Schuschenskoie, el pueblo que se le había asignado para cumplir su confinamiento.

Durante su destierro Lenin se dedicó a analizar la situación del movimiento socialdemócrata en su país. De esos estudios surgió en 1897 su trabajo Las tareas de la socialdemocracia rusa, en el que defendía el «marxismo ortodoxo», pero al mismo tiempo subrayaba el papel preponderante del partido en la revolución. Combatía además las «desviaciones» del marxismo ortodoxo, el revisionismo de Eduard Bernstein y, sobre todo, las teorías de los «economistas» rusos que rechazaban la concepción de un partido centralista y situaban en primer plano la lucha económica.

En 1898 Lenin contrajo matrimonio con Nadezda Krupskaia. Ésta había sido condenada a tres años de destierro en la provincia de Ufa y solicitó cumplir la pena en Schuschenskoie, aduciendo su noviazgo con Vladimir Ilich Ulianov. Los esponsales se celebraron el 22 de julio de 1898 en una ceremonia religiosa, única manera válida de legalizar entonces el matrimonio en Rusia. Poco tiempo después, Lenin terminó de redactar El desarrollo del capitalismo en Rusia. En dicha obra desarrollaba la tesis de que la Rusia feudal avanzaba a pasos agigantados hacia el moderno capitalismo industrial con todas sus contradicciones.

Hasta el fin de su destierro, la vida transcurrió sin especiales sobresaltos. Lenin, que frisaba ya la treintena, gozaba de buena salud. Su personalidad dinámica irradiaba un poder de sugestión reconocido por todos los observadores. Potressov, amigo de Lenin hasta 1903, con el que se carteaba desde la época del destierro, constataba al respecto: «Nadie lograba convencer con sus proyectos, ni cautivar con su personalidad mejor que ese hombre a primera vista insignificante, algo tosco y dotado, en apariencia, de escasa capacidad de fascinación».

No debe, pues, extrañarnos que los socialistas rusos reconociesen muy pronto esa facilidad de Lenin para ganarse a la gente, ni que intuyeran que él habría de ser su futuro dirigente. En cuanto decidía algo, Lenin no dudaba de lo acertado de esa decisión; defendía sus opiniones con auténtico fanatismo e intentaba convencer a los demás con todos los medios a su alcance. Aunque era un hombre de amplia cultura, lo que no se relacionaba directamente con sus ideas no le interesaba. Ese doctrinarismo no dejaba espacio a la duda y fue una de las claves de su éxito. «Cuando una persona quiere comer, lo quiere de verdad; cuando desea dormir, no le importa que la cama sea blanda o dura, y cuando odia, odia con toda su alma...», dijo Lenin en cierta ocasión a su amigo Krshishanovski.

El destierro de Lenin concluyó a comienzos de febrero de 1900, y los esposos abandonaron Schuschenskoie para trasladarse a la Rusia europea. A Lenin le habían prohibido vivir en capitales, ciudades con universidad o grandes centros obreros, así que eligió Pskov, un pueblo cercano a San Petersburgo, como lugar de residencia. En cuanto Lenin pisó Pskov (10 de marzo), la policía secreta lo sometió a vigilancia.

El 2 de junio entró ilegalmente en San Petersburgo, pero al día siguiente lo detuvieron. Su estancia en los calabozos municipales fue espantosa, mucho peor que la anterior prisión preventiva. Por fortuna, su detención duró sólo dos semanas. Tras ser puesto en libertad, Lenin marchó a vivir con sus parientes.

El 29 de julio abandonó su patria. En este primer exilio, dedicaba la mayor parte de su tiempo a pergeñar trabajos científicos. Se encerraba hasta quince horas en las bibliotecas intentando adaptar a Rusia la teoría marxista, y se convirtió en el líder de los marxistas rusos. En sentido estricto, sólo a partir de esta época es lícito hablar de «Lenin», seudónimo que Vladimir Ulianov empleó por primera vez en diciembre de 1901 para firmar el artículo titulado «La cuestión agraria y los críticos de Marx», inserto en la revista Sarja (Amanecer). Anteriormente se había ocultado bajo los nombres Vl. Iljin o Tulin.

Desde Rusia, Lenin se dirigió a Suiza. En Zurich y Ginebra debatió con Axelrod y Plejanov el proyecto de editar el periódico de alcance nacional Iskra (La Chispa) y el órgano teórico del movimiento Sarja. Iskra llegó a ser el núcleo en torno al cual se gestó y organizó el movimiento socialista ruso.

El 6 de septiembre Lenin marchó a Munich. Su vida era entonces poco metódica, comía muy poco y se alimentaba prácticamente a base de té. En abril de 1901, su esposa llegó a Munich, y en mayo ambos se mudaron a un piso nuevo, en el que legalizaron su situación como «Doctor en Leyes Jourdan Jourdanoff y su esposa Maritza».

Entre mayo de 1901 y febrero del año siguiente, Lenin escribió en Munich uno de sus trabajos más importantes: ¿Qué hacer? Con él terciaba la polémica referente a la creación del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), fundado formalmente en el año 1898. En dicha obra, exponía con todo detalle su concepción del partido y en síntesis exigía una «organización de revolucionarios profesionales», sintetizaba su idea del partido concibiéndolo como «vanguardia de la clase obrera» consciente y organizada, y desarrollaba además la teoría de que era necesario infundir la «conciencia socialista» a los trabajadores desde fuera. Además de ¿Qué hacer? escribió innumerables artículos y organizó la impresión y difusión ilegal de Iskra en su país.

La redacción de Iskra temía que la hubiera descubierto la policía secreta del zar, y por esta razón se decidió que Lenin se encargara de imprimir el periódico en Londres, destino hacia el que partió el 12 de abril. Allí pudo trabajar con tranquilidad y recuperadas fuerzas.

A comienzos de mayo de 1903, Lenin y su esposa marcharon a Ginebra. Lenin dedicaba todas sus energías a preparar el II Congreso del POSDR, inaugurado por Plejanov el 30 de julio en un almacén de Bruselas. El ejército de espías de la Ojrana revoloteaba alrededor de los participantes, por lo cual al cabo de una semana los asambleístas se trasladaron a Londres.

Al discutir los estatutos afloraron profundas divergencias. La redacción de Iskra se escindió y se consumó la ruptura entre Martov y Lenin. Veinte delegados se sumaron a la mayoría dirigida por Lenin, y siete a la minoría encabezada por Martov. Desde entonces, los partidarios de Lenin se llamaron «bolcheviques» por su mayoría casual (mayoritarios), y los de Martov «mencheviques» (minoritarios). De todos modos, la oposición entre bolchevismo y menchevismo sólo cristalizó claramente con el correr de los años. El mismo Lenin supuso al principio que la ruptura no era definitiva. Martov deseaba un partido de bases relativamente amplias, y definía como miembro a todo aquel que «presta ayuda con cierta regularidad a una de las organizaciones del partido». Lenin, por el contrario, exigía una afiliación muy restringida, cuyo requisito imprescindible consistía en «la colaboración personal con una organización del partido». Prefería una organización revolucionaria de élite, con sólidos arraigos a las masas, antes que un partido de menor cohesión y de bases más amplias.

Esta ruptura convirtió de hecho a Lenin, líder de los bolcheviques, en dirigente del partido. En su obra Un paso adelante, dos pasos hacia atrás (1904) analizaba los resultados del II Congreso y exponía una teoría del partido aún más radical que la desarrollada en ¿Qué hacer?, que supone además el mayor alejamiento del marxismo original. Para Marx y Engels el partido tenía una importancia secundaria, derivada de su condición de vehículo de propaganda para difundir las ideas socialistas. Para Lenin, por el contrario, el partido es un instrumento para gestar y llevar a cabo la revolución. Su teoría del partido se convirtió en el pilar fundamental del bolchevismo.

Finalizado en 1903 el Congreso del partido, Lenin regresó a Ginebra. En el mes de octubre de ese mismo año se reunió en Ginebra la Liga de la Socialdemocracia Revolucionaria Rusa en el exilio, en la que los mencheviques disponían de mayoría. Lenin, al no conseguir imponer su opinión, abandonó el congreso junto con sus seguidores. En 1904 rompió con sus compañeros del Comité Central que se negaban a seguir la orientación radical de su movimiento, y los atacó acerbamente tildándolos de «pactistas». Para liberarse un poco de estas penosas preocupaciones, Lenin y su esposa se tomaron en julio de 1904 unas largas vacaciones.

En otoño Lenin volvió a Ginebra. Allí se celebró el 12 de diciembre una conferencia de los bolcheviques; en ella se acordó editar el periódico bolchevique Vperjod (Adelante). Mientras continuaban los preparativos del Congreso del Partido Bolchevique, en Rusia estalló la revolución.

El domingo 22 (9) de enero de 1905, 140 000 trabajadores se dirigieron al Palacio de Invierno, sede del zar en San Petersburgo, con estandartes, retratos del autarca y cartas con peticiones. La manifestación la encabezaba el pope Gapon, que dirigía un centro de obreros fabriles. Los manifestantes creían que el zar les ayudaría a mitigar su penoso destino.

El año anterior había estallado la guerra ruso-japonesa. El zarismo no había alcanzado su objetivo: conquistar Manchuria y Corea; las tropas rusas sufrieron desde el primer momento graves derrotas. El sistema fracasó también en su intento de aprovechar la guerra para desatar en el interior una ola de chovinismo que desviase hacia el exterior los conflictos sociales.

El gran duque Vladimir, que detentaba el poder ejecutivo, ordenó disparar sobre los manifestantes. La acción se saldó con más de mil personas asesinadas y cinco mil heridas. El «domingo rojo» supuso el primer paso para la revolución.

Lenin se enteró a la mañana siguiente de los acontecimientos de San Petersburgo, y prefirió seguir en el extranjero. En principio, le absorbía la preparación del III Congreso del Partido, que se celebró en Londres del 25 de abril al 10 de mayo. Los asistentes eran todos bolcheviques que reconocieron el liderazgo de Lenin. Éste pronunció varios discursos sobre táctica política, insurrección armada, propaganda y agitación. La asamblea lo eligió miembro del Comité Central (junto con Bogdanov, Krasin, Postolovski y Rykov).

El enfrentamiento entre bolcheviques y mencheviques continuaba, y las diferencias de opinión se agudizaban. La polémica con los mencheviques giraba en torno a la «verdadera interpretación» marxista de la Revolución rusa. Durante los meses de junio y julio de 1905 Lenin escribió en Ginebra una de sus obras fundamentales: Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, en la que analizaba los rasgos esenciales del bolchevismo en la Revolución rusa de 1905 hasta 1907. Por entonces, en el seno del socialismo ruso existían tres posturas distintas sobre las tareas de la socialdemocracia.

Los mencheviques argumentaban: la revolución es de corte democrático-burgués; en consecuencia, es la burguesía liberal quien debe dirigirla e iniciar una evolución capitalista-democrática. El movimiento obrero ruso podrá entonces luchar por el socialismo con la misma libertad que en Occidente.

Por el contrario, Lenin y los bolcheviques defendían la siguiente teoría: la retrógrada burguesía rusa es incapaz de ser consecuente y llevar hasta el final su propia revolución burguesa; por ello, el proletariado y el campesinado deben asumir la dirección para instaurar una «dictadura democrática del proletariado y el campesinado», que barrerá cualquier rastro de medievalismo, imprimirá al capitalismo ruso un ritmo americano y abrirá a los trabajadores nuevas posibilidades para luchar por el socialismo.

Finalmente, Trotski y Parvus propugnaban la tesis de la «revolución permanente», que afirmaba: la victoria total de la revolución democrática en Rusia es inconcebible sin la «dictadura del proletariado», que implica transformaciones democráticas y sociales e imprimirá un vigoroso impulso al movimiento socialista internacional. Sólo la victoria del proletariado en Occidente protegerá a Rusia de cualquier tipo de restauración burguesa y le ofrecerá la posibilidad de construir de facto el socialismo.

En aquel entonces surgieron espontáneamente los Soviets (consejos), como representantes de los trabajadores. El 26 de octubre se celebraron en todas las fábricas e industrias de San Petersburgo elecciones para elegir delegados en estos nuevos órganos. En un principio, los bolcheviques apenas concedieron importancia a los Soviets. Fueron los mencheviques, y sobre todo Trotski, sus defensores y además participantes activos en sus consejos. De todas maneras, Lenin reconoció en los Soviets la formulación de una nueva organización del Estado susceptible de evolucionar.

Entretanto, el zar, presionado por la revolución, mostraba su buena disposición a hacer concesiones. El 6 de noviembre Nicolás II nombraba primer ministro a un liberal, el conde Witte. Lenin aprovechó este momento para regresar a Rusia; llegó a San Petersburgo el 21 de noviembre. Entonces sacó a relucir sus excelentes cualidades de teórico político y, sobre todo, de práctico y organizador. Asumió el mando directo de los bolcheviques, y casi a diario escribía un artículo para su órgano de prensa, Novaia Shin (Nueva vida). De todos modos, la influencia de dicho periódico era considerablemente menor que la de la Russkaia Gaseta, editada por Trotski y Parvus. Por entonces, Lenin y Trotski sentían un rechazo mutuo. El 13 de noviembre, este último había sido elegido para suceder como presidente de los Soviets de San Petersburgo a un abogado menchevique detenido por orden del gobierno de Witte.

En diciembre se encendía en Moscú la llama de la rebelión armada, en la que tuvieron una intervención decisiva los bolcheviques. La insurrección —en contra de la cual se manifestaron los mencheviques, y especialmente Plejanov— se extendió a otras ciudades rusas, pero estas acciones aisladas fueron sofocadas en un baño de sangre.

Se iniciaba para Lenin un período de derrotas. El preludio lo constituyó el IV Congreso del POSDR celebrado en Estocolmo entre los días 23 de abril y 8 de mayo de 1906, en el que los mencheviques obtuvieron mayoría. No obstante, Lenin no se dio por vencido. A finales del verano de 1906 huyó a Finlandia, aunque hizo algunos viajes clandestinos a San Petersburgo para dirigir personalmente las actividades de su partido.

El proceso revolucionario ruso proseguía su reflujo, ya no se podía negar la derrota. El zarismo volvió a tomar las riendas del poder con mano de hierro. En estas difíciles circunstancias se reunía en Londres, entre el 13 de mayo y el 1 de junio de 1907, el V Congreso del POSDR. En esta ocasión, los bolcheviques disponían de mayoría frente a sus opositores los mencheviques (106 delegados contra 97), pero de un total de 336 delegados muchos pertenecían a otros grupos. Lenin fue elegido miembro del Presidium y desempeñó un papel importante en el Congreso. Al finalizar éste, los delegados bolcheviques se reunieron en una conferencia especial, y eligieron un Centro Bolchevique con Lenin al frente.

En agosto Lenin viajó de nuevo al extranjero, esta vez a Stuttgart, donde participó en el Congreso de la Internacional Socialista. Había sido elegido miembro del comité de dicha organización, lo que demuestra su creciente importancia para el socialismo internacional.

Concluido el Congreso, Lenin regresó a Finlandia. Entretanto, la policía había emprendido una búsqueda febril contra él, por lo cual la dirección bolchevique decidió que emigrara de nuevo. A finales del año 1907 Lenin salió de Finlandia. En Estocolmo se reunió con Nadezda y juntos viajaron a Berlín. Llegaron a Ginebra el 20 de enero de 1908. Comenzaba así el segundo exilio de Lenin, que duraría hasta el año 1917.

Tras la derrota de la revolución, la tarea básica, según Lenin, consistía en acrecentar esas fuerzas y crear cuadros combativos. Pretendía resucitar el Proletari, órgano de prensa del partido bolchevique, porque creía que «el partido necesita en estos momentos un órgano que aparezca con regularidad y dirija con coherencia y energía la lucha contra el abatimiento y el derrotismo».

Se dedicaba intensamente a cuestiones filosóficas; en mayo viajó incluso a Londres para profundizar en el tema. Los resultados de este estudio se materializaron en Materialismo y empiriocriticismo, obra terminada en octubre, aunque no se editó hasta el año siguiente. En aquella época ya vivía en París, adonde se había trasladado en diciembre de 1908.

Allí pronto comenzaron las dificultades. Nadezda Krupskaia refería a este respecto que en París habían pasado «los peores años de exilio», repletos de recuerdos penosos. De todas maneras, Lenin guardaba otro recuerdo unido a la ciudad: su romance con Inès Armand. Nota: el argumento de peso de Hermann Weber para afirmar esto, a pesar de indicar que «son escasos los documentos referentes a su relación con Inès Armand» (p. 85), es que «a excepción de sus parientes, Lenin sólo tuteaba en sus cartas a muy pocas personas, [...], y curiosamente a Inès Armand» (p. 85), además de que «las cartas publicadas reflejan "grandes dosis de sentimiento y un tono ligero insólito en Lenin"» (p. 86).

En Rusia seguían aumentando las disputas entre las distintas fracciones de la socialdemocracia. A partir de 1908 los mencheviques se habían dividido en dos bandos: los llamados «liquidacionistas» y los «mencheviques fieles al Partido». Estos últimos, encabezados por Plejanov, abogaban por mantener la unidad e intensificar las actividades clandestinas en las penosas circunstancias de la contrarrevolución. Los liquidacionistas, por el contrario, querían aprovechar las posibilidades del gobierno de Stolypin y defendían la idea de una organización de masas legal y suprapartidaria. Para Lenin, el enemigo principal era el liquidacionismo. 

A finales de agosto de 1910 se presentó en Copenhague para participar en las sesiones del Comité Internacional Socialista, y acto seguido en el congreso de la misma organización. Regresó a París, y abandonó la ciudad en junio de 1912, época en la que comenzaba en Rusia un nuevo período de efervescencia revolucionaria. Se instaló en Cracovia para poder dirigir de cerca el partido.

Antes del traslado a Cracovia habían acaecido hechos decisivos para el bolchevismo. Desde 1911, el número de huelgas aumentaba sin cesar. Los bolcheviques fundaron en San Petersburgo otro periódico, Pravda (Verdad). En enero de 1912, la socialdemocracia sufrió una escisión definitiva. El 18 de dicho mes se reunieron en Praga delegados bolcheviques de todas las regiones rusas y crearon un partido propio. Del 18 al 30 se congregaron dieciocho bolcheviques y dos mencheviques fieles al partido. La conferencia estudió sobre todo cuestiones de organización y creó un Comité Central bolchevique (Lenin, Zinoiev, Ordjonikidze, Schwarzmann, Spandarian, Goloschokin y Malinovski, el infiltrado de la Ojrana). 

En 1913 el matrimonio Lenin y la familia Zinoiev se trasladaron a Poronin. En junio, Lenin y Nadezda Krupskaia viajaron a Berna. Tanto en esta ciudad como en Ginebra y Lausana Lenin pronunció conferencias, y comenzó a estudiar la cuestión nacional. En agosto regresó a Poronin con su esposa.

El estallido de la I Guerra Mundial sorprendió a Lenin en esta localidad; el conflicto supuso un giro brusco en su existencia. La socialdemocracia alemana había sido para él durante largo tiempo el modelo a seguir, pero cuando el 4 de agosto de 1914 el grupo parlamentario socialdemócrata del Reichstag dio su aprobación unánime a los créditos de guerra, el odio de Lenin hacia la socialdemocracia alemana aumentó hasta extremos exorbitantes. Echaba en cara a los partidos miembros de la Internacional Socialista «haber traicionado los principios» emanados de los congresos internacionales y defendidos durante años por la II Internacional. El repentino abandono de las ideas y decisiones del internacionalismo equivalía, a los ojos de Lenin, a la ruptura del movimiento socialista. Él creía que una guerra imperialista desencadenaría por fuerza la revolución, y atacó con inusitada violencia las posturas de los dirigentes de los partidos socialistas porque, en su opinión, éstos renunciaban a los postulados políticos socialistas precisamente en un momento en que la guerra ofrecía la posibilidad de conseguir los objetivos revolucionarios del socialismo.

Durante los primeros días de la guerra, Lenin no pudo moverse. El 7 de agosto registraron su domicilio en Poronin, y al día siguiente la policía austríaca lo detuvo acusándolo de ser «presunto espía ruso». Su detención duró hasta el 19 de ese mismo mes.

A Lenin le concedieron permiso para desplazarse a Suiza, y en compañía de su esposa y de su suegra salió hacia Berna, donde continuó luchando contra el régimen zarista. Ahora Lenin tenía que enfrentarse con cuestiones de política internacional, además de los asuntos de su propio país. Sus primeras declaraciones en territorio suizo dejaban traslucir inequívocamente su postura; distinguía entre guerras «justas» e «injustas», valoración basada en una única regla: la capacidad de la guerra para potenciar o impedir el proceso revolucionario. Tildaba a la guerra mundial de reaccionaria e imperialista. Calificaba de traición el comportamiento de los líderes socialistas alemanes y franceses, y muy pronto se dio cuenta de que la única solución era la guerra civil. La consecuencia radical que Lenin extraía de la guerra y que pretendió imponer a todos los partidos socialistas apenas halló eco al ser considerada completamente utópica. Sin embargo, Lenin y el bolchevismo fueron cobrando mayor importancia a medida que se acrecentaba en el mundo el cansancio de la guerra. No fue la victoria del bolchevismo durante la Revolución de 1917, sino más bien su postura frente a la guerra, lo que contribuyó a propagar las ideas bolcheviques fuera de Rusia.

En marzo de 1915 falleció la madre de Nadezda Krupskaia. Al recaer Nadezda en su enfermedad, ella y Lenin se mudaron a Söremberg, un pueblecito situado en los Alpes berneses. En el transcurso del verano llegó a Söremberg Inès Armand.

Durante la guerra, Lenin procuró afianzar sus ideas; al mismo tiempo, su mente de hombre práctico le impulsó a coordinar a los grupos de otras naciones que estaban de acuerdo con sus tesis. Se dedicó activamente a preparar una conferencia de los socialistas opuestos a la guerra. Del 5 al 8 de septiembre se celebró en Zimmerwald (Suiza) una conferencia socialista internacional en la que Lenin, representante de los bolcheviques junto con Zinoiev, puso en práctica su táctica, pero sólo consiguió ganarse a unos pocos de los treinta delegados presentes.

Lenin se volcó en cuestiones teóricas. Los estudios político-económicos sobre el imperialismo constituyen su obra teórica más importante durante el período bélico. En enero de 1916, comenzó a escribir para la editorial Parus un folleto sobre el imperialismo. En febrero acudió a las bibliotecas de Zurich en busca de materiales. Día tras día aplazaba su retorno a Berna, y el matrimonio acabó por instalarse en Zurich. Lenin redactó su folleto sobre imperialismo en seis meses, y lo concluyó el 2 de julio. Titulado El imperialismo, fase superior del capitalismo, dicho escrito comprende los estudios esenciales de Lenin sobre economía política, y en él analiza, desde una perspectiva marxista, la evolución ulterior del capitalismo. Sus análisis del imperialismo, es decir, sus evaluaciones sobre el desarrollo económico, se basan en los trabajos de Hobson y Hilferding, pero Lenin extrajo unas consecuencias de mayor alcance. Para él, el capitalismo del siglo XX se caracteriza por poseer una estructura interna monopolista, una proyección política exterior imperialista y una significación histórica de descomposición, de agonía, que preludia «la próxima revolución mundial». El imperialismo había cohesionado al mundo unificándolo dentro de una estructura económica única, y por eso la revolución era factible en naciones tan atrasadas como Rusia, que «por sí mismas», «aisladas», no estaban aún maduras para poner en práctica la revolución social.

Desde su traslado a Zurich, Lenin mantenía una estrecha colaboración con jóvenes revolucionarios de Alemania y Suiza, y el 22 de enero de 1917, pronunció en alemán una conferencia ante un auditorio de obreros suizos en la Casa del Pueblo de Zurich. Apenas seis semanas más tarde de haber expuesto sus pesimistas opiniones, se iniciaba la Revolución rusa. Lenin quiso entonces partir inmediatamente hacia su patria.

Para regresar a Rusia, a Lenin no le quedó otro remedio que entenderse con el Estado Mayor alemán. Se debatió largo y tendido la cuestión de si había recibido dinero del gobierno alemán para proseguir sus actividades revolucionarias, y hoy se ha demostrado con pruebas fehacientes que el gobierno imperial alemán proporcionó durante la guerra grandes sumas de dinero para financiar actos subversivos en Rusia. Con dichas cantidades apoyó a los grupos más desconocidos, incluyendo a los terroristas y nacionalistas no rusos de las tendencias más variadas. Sin embargo, es casi seguro que hasta el estallido de la Revolución de febrero los bolcheviques no se beneficiaron de un solo marco. La única conexión se estableció en 1914-15 a través de un grupo nacionalista georgiano, receptor de la ayuda alemana, que propuso a los bolcheviques de la región organizar revueltas contra el zarismo utilizando los fondos alemanes. Los bolcheviques georgianos exiliados en Suiza consideraron la propuesta como una provocación, y Lenin escribió: «Nunca nos convertiremos en cómplices de monarquía alguna, ya sea la rusa, la austríaca o la alemana».

En 1915, Parvus, que había recibido dinero del gobierno alemán destinado a los revolucionarios rusos, quiso implicar a Lenin en sus proyectos. A pesar de que de 1914 a 1916 las finanzas del Partido Bolchevique eran ruinosas, el proyecto de Parvus fracasó. Lenin no estaba dispuesto a embarrarse en negocios financieros turbios. Después de la Revolución de febrero de 1917 es muy probable que el dinero alemán fluyeras por distintos caudales. Lo único que se discute hoy es si Lenin estaba enterado del asunto. A pesar de algunos documentos conocidos no hace mucho (por ejemplo, el subsecretario de Estado alemán Kühlmann se refirió a «las grandes sumas de dinero que habían ido a parar a manos bolcheviques»), el tema no ha sido suficientemente aclarado. La documentación publicada por Zemann no aporta pruebas concluyentes, y de los documentos revelados por Hahlweg parece deducirse más bien que Lenin no aceptó ni un marco de los alemanes para financiar sus actividades.

En cualquier caso, la afirmación de que el revolucionario se había convertido con ello en un agente alemán es un disparate, pues para Lenin el hecho de viajar a Rusia con ayuda de los alemanes y, en el caso de haber recibido dinero, de admitir su ayuda incondicional, era una pura cuestión de táctica.

El día 7 de abril el ministro alemán de Asuntos Exteriores autorizaba el viaje, que transcurriría sin incidentes. Lenin, Zinoiev y otros treinta exiliados partieron de Suiza el 9 de abril. Nada más pisar suelo ruso, emprendió sus actividades revolucionarias cotidianas, y sus Tesis de abril infundieron nueva savia al bolchevismo. En dicha obra, Lenin declaraba la guerra a las fuerzas democrático-burguesas que detentaban el poder y al socialismo moderado. Calificó a la Revolución rusa de «preludio de la revolución mundial» e invitó a proseguir la revolución socialista siguiendo sus posturas radicales. Exigía la desaparición del Estado, de la policía, del ejército, etc. Halló un importante aliado: Trotski. Cuando Lenin asumió las ideas básicas de la «revolución permanente» de Trotski, éste se convirtió en el fundamento teórico del partido leninista, confluyendo, por tanto, los dos líderes de la revolución bolchevique.

La VII Conferencia Nacional del Partido Bolchevique, denominada Conferencia de Abril por la fecha en que se celebró (del 7 al 12 de mayo), constituyó un éxito rotundo de las posturas de Lenin: la gran mayoría del partido aprobó su línea radical. Lenin, además, constató con alegría el rápido crecimiento del partido, que ahora contaba con 80 000 afiliados. En las elecciones del Comité Central, Lenin fue el más votado (104 votos). También resultaron elegidos Zinoiev (con 101 votos), Stalin (97) y Kamenev (95).

En el I Congreso Nacional de los Soviets, celebrado durante los meses de junio y julio en Petrogrado, los bolcheviques tan sólo contaban con 105 de los más de mil delegados. Durante el Congreso, Lenin reivindicó el liderazgo para su partido. Con la aprobación de sus seguidores y entre la hilaridad de la mayoría de los asistentes, rebatió la tesis del orador que le había precedido, el dirigente menchevique Zeretelli, que afirmaba que en Rusia no existía un partido dispuesto a asumir todo el poder.

El 16 y 17 de julio una nueva derrota de las tropas rusas en el frente suscitó en Petrogrado masivas manifestaciones espontáneas de trabajadores armados y de soldados, Las luchas finalizaron con un saldo de 400 muertos. Este mismo mes Kerenski sustituyó al príncipe Lvov como presidente del gobierno provisional, y definió su gabinete como «un intento de salvar la Revolución».

El 20 de julio el gobierno provisional decretó la detención de Lenin. Ese mismo día su esposa lo visitó en su escondite, y Lenin le confió: «Grigori [Zinoiev] y yo queremos entregarnos; ve y díselo a Kamenev». No obstante, sus camaradas le disuadieron de su propósito de presentarse sin condiciones ente el Tribunal. El 23 de julio Lenin salió de Petrogrado y se escondió en Sestrorezk.

Durante la época de clandestinidad, Lenin escribió innumerables artículos y sobre todo una obra básica: Estado y Revolución. En ella asumía la teoría marxista del Estado: éste es siempre un instrumento de la clase dominante para oprimir y reprimir a la clase explotada. Lenin, sin embargo, destacó la faceta revolucionaria. Pensaba que después de la revolución proletaria el tránsito de la sociedad capitalista a la comunista no sería factible sin un «período de transición política», a lo largo del cual el Estado se confundiría con la «dictadura revolucionaria del proletariado», que para Lenin significaba: «Democracia para la mayoría del pueblo y represión por la fuerza de los explotadores y opresores del pueblo; es decir, su exclusión de la democracia».

Del 8 al 16 de agosto se reunió el VI Congreso del Partido Bolchevique, con sus más importantes dirigentes en la cárcel o en la clandestinidad. El partido había cobrado un auge formidable y contaba por entonces con 240 000 afiliados. En la ceremonia de clausura del Congreso se dieron a conocer los nombres de los cuatro miembros del Comité Central que habían resultado elegidos con mayor número de votos: Lenin obtuvo 133, Zinoiev 132, y Trotski y Kamenev, 131 cada uno.

En agosto Lenin y Zinoiev abandonaron sus escondites. Mientras el segundo regresaba a Petrogrado, Lenin huyó a Finlandia. El 22 de agosto cruzó la frontera finlandesa como fogonero de una locomotora, y se instaló en Helsingfors. Entretanto, el general Kornilov proyectaba un golpe de Estado para derrocar al gobierno provisional. Los bolcheviques se ofrecieron a los Soviets para frenar la amenaza, lo que mejoró considerablemente su prestigio y su influencia.

Gracias a la táctica política de Lenin, los bolcheviques, entre los meses de febrero y octubre de 1917, lograron mayoría de votos en las elecciones a la Asamblea Constituyente en las ciudades más importantes y en numerosas unidades del ejército, a pesar de que el partido de Lenin resultó minoritario en conjunto, pues sólo alcanzó el respaldo de la cuarta parte de los electores rusos.

En octubre el Soviet de Petrogrado pasó a manos de los bolcheviques. También consiguieron controlar el Soviet de Moscú, y posteriormente los de otras ciudades.

Ahora la actividad práctica de Lenin se centraba ya en la sublevación revolucionaria. En su obra titulada Marxismo e insurrección, Lenin intentaba demostrar el carácter marxista de su exigencia de sublevación. El 21 de octubre, en su opúsculo Consejos de un profano, proponía medidas concretas para derrocar al régimen establecido. El 23 y 29 de octubre el Comité Central bolchevique aprobó (con los votos en contra Zinoiev y Kamenev) las propuestas de Lenin.

El 20 de octubre Lenin entró clandestinamente en Petrogrado. El 6 de noviembre (24 de octubre) se presentó disfrazado en Smolny, el cuartel general de los bolcheviques, para colaborar en la tarea de dirigir el alzamiento. Cuando bajo los disparos del crucero Aurora estalló la insurrección y las masas asaltaron el Palacio de Invierno, el comisario Antonov-Ovseienko detuvo al gobierno en nombre del Comité Militar de la Revolución, dirigido por Trotski. Lenin se dio cuenta entonces de que había vencido.

El 7 de noviembre (25 de octubre) se reunió el II Congreso Nacional de los Soviets de obreros y soldados. En él surgieron las primeras diferencias, pues los mencheviques y socialistas revolucionarios no estaban de acuerdo con el reparto de poder. Los mencheviques y los socialistas revolucionarios de derecha leyeron una declaración de protesta contra la «conspiración militar» y la conquista de poder, organizadas por los bolcheviques a espaldas de los restantes partidos miembros de los Soviets, y abandonaron el Congreso. Los bolcheviques y socialistas revolucionarios de izquierda aprobaron entonces distintas resoluciones y decretos.

El 8 de noviembre el II Congreso de los Soviets nombró a Lenin jefe de gobierno por su condición de «presidente del Consejo de los Comisarios del Pueblo». Sin embargo, la guerra aún no concluida con Alemania y la posterior guerra civil demuestran que el poder bolchevique no se asentaba todavía sobre cimientos muy sólidos.

Lenin dirigía las labores del gobierno con la actividad frenética que lo caracterizaba. No se vio sólo obligado a abordar una situación externa e interna plagada de dificultades, sino también violentas disputas en el seno del bolchevismo. Al plantearse la cuestión de la paz por separado con Alemania en 1918, se cernió sobre el partido la amenaza de la escisión.

Ante las duras condiciones que Alemania imponía para firmar el tratado, en el seno del bolchevismo una fracción de la dirección y los «socialistas revolucionarios de izquierda» opinaban que había que continuar la guerra; Lenin y sus seguidores, por el contrario, pensaban que era preferible firmar la paz. En una conferencia del partido (Petrogrado, 21 de enero de 1918) únicamente quince de un total de sesenta y cinco delegados apoyaron su postura. La mitad de los asistentes defendía la tesis de los «comunistas de izquierda», mientras que la posición de Trotski —«ni guerra ni paz»— era suscitada por dieciséis delegados. El 22 de enero, en el curso de una reunión del Comité Central, se impuso la teoría de Trotski: «No se emprenderá ninguna guerra, y se darán largas a las negociaciones con Alemania».

El 18 de febrero se inició una nueva ofensiva alemana, y entonces la propuesta leninista de concertar una paz inmediata obtuvo mayoría de votos. En la sesión del Comité Central celebrada el 23 de febrero, de los quince miembros presentes, siete votaron a favor de la paz, cuatro en contra y otros cuatro se abstuvieron. En el VII Congreso del partido, celebrado en marzo, la resolución de Lenin fue aprobada por trece votos a favor, doce en contra y cuatro abstenciones.

En lo que a la política concreta se refiere, el realismo frío y calculador de Lenin fortaleció considerablemente su posición y autoridad. Como persona, Lenin no había cambiado. Tras haber conquistado el poder, vivía con el mismo ascetismo de épocas anteriores. Como es lógico, se atenía a su propia máxima de que absolutamente ninguno de los sueldos de los funcionarios debía ser más elevado que el salario de un obrero cualificado. Ya actuara como un miembro de base en las discusiones nimias del partido o como dirigente del Estado, continuaba siendo tímido y moderado. Carecía de vanidad y rechazaba cualquier culto a la personalidad. Las adulaciones y halagos que le dedicaba la prensa soviética le repugnaban: «¿A qué viene todo esto? —le preguntó a Bontsch-Bruievich mostrándole unos cuantos titulares—. Me cuesta un gran esfuerzo leer los periódicos. Todos hablan de mí. Esta exaltación de una única persona me parece muy perjudicial y desde luego no marxista, falsa, improcedente y superflua. ¿Y qué decir de los retratos? Pululan por doquier. ¿Adónde nos conduce todo esto?».

Entretanto, en Rusia la guerra civil alcanzaba mayores proporciones. Con este período se inicia también el «comunismo de guerra». En marzo de 1918 Lenin y el gobierno en pleno trasladaron su sede de Petrogrado a Moscú. En un principio, los Lenin residieron en el Hotel Nacional, y después se trasladaron al Kremlin. Malkov, el comandante del Kremlin, cuenta que en los peores tiempos de hambre Lenin rechazaba por sistema los donativos o los entregaba a orfanatos. Cuando el Soviet de los Comisarios del Pueblo le aumentó el sueldo este mismo mes, Lenin protestó airadamente ante Bontsch-Bruievich.

Tras la firma del tratado de paz con Alemania, la guerra condujo al bolchevismo al borde del desastre, y además el hambre provocó graves problemas. El reto más importante para Lenin era la reconstrucción económica de su devastado país. En Las tareas inmediatas del Estado soviético, un opúsculo editado en abril de 1918, Lenin ofrecía nuevas directrices políticas para reconstruir la maltrecha economía. En mayo Lenin escribía a Schliapnikov: «Si en los próximos meses no solucionamos el problema del hambre, nos hundiremos sin remedio y echaremos a perder la Revolución».

Algunos meses después, la Carta a los obreros americanos dejó clara su valoración de la situación interna de Rusia, considerada como el primer paso de la revolución internacional: «Sabemos que el progreso de nuestro grupo, del proletariado socialista, no se debe a nuestros méritos, sino al atraso que padecía Rusia; contamos también con que algunas revoluciones concretas serán derrotadas antes del triunfo de la Revolución Internacional...». «Nos hallaremos, como quien dice, en una fortaleza sitiada mientras los demás grupos revolucionarios internacionalistas no acudan en nuestra ayuda».

Convencido de esta idea, Lenin se afianzó en su postura de que no existía más que un medio, una alternativa para conseguir la victoria: la dureza. «Pero, ¿qué quiere usted? —le preguntó asombrado y furioso a Máximo Gorki, gran amigo suyo—. ¿Podemos dar cabida a la ternura y a la generosidad? Europa nos ha impuesto el bloqueo y la esperada ayuda del proletariado europeo se demora y no llega, mientras los contrarrevolucionarios nos acosan por doquier como si fuéramos un oso. En estas circunstancias, ¿no tenemos obligación de combatir, de defendernos? ¡Todavía no somos tan tontos como parece! Sabemos que nadie, excepto nosotros, puede realizar nuestros deseos. ¿Cree usted que yo estaría aquí sentado tranquilamente si estuviera convencido de lo contrario?».

Dominado por esta idea, el pensamiento de Lenin comenzó a categorizar siguiendo unas pautas de amor-odio. «Quien no está con nosotros está contra nosotros. Las personas al margen de la historia sólo existen en la imaginación».

Cuando los socialistas revolucionarios de izquierda, que habían compartido el gobierno con los bolcheviques hasta el verano de 1918, asesinaron al conde Mirbach (julio de 1918), embajador de Alemania en Moscú, Lenin remitió a Stalin un telegrama rebosante de cólera: «Los socialistas revolucionarios de izquierda, que se niegan a entregar al autor del asesinato, han detenido a Dzierzynski y a Lazis y traman una rebelión contra nosotros. Hoy por la noche vamos a iniciar una depuración sin miramientos y le vamos a decir al pueblo la verdad: nos hemos librado de una guerra por muy poco. Tenemos a cientos de socialistas revolucionarios como rehenes. Estos aventureros detestables e histéricos tienen que ser reprimidos sin contemplaciones al haberse convertido en un instrumento de los contrarrevolucionarios. Aquellos que se opongan a la guerra, estarán de acuerdo con nosotros».

La misma implacabilidad demostró en abril de 1919 al erradicar el más leve asomo de oposición a la Rusia comunista: «No permitiremos la oposición. Los imperialistas del mundo entero intentan retorcernos el cuello, ponen en juego todos los medios de presión militar para vencernos. Estamos embarcados en un combate a vida o muerte, y hay que luchar. Bienvenido seas, si has venido a ayudarnos; pero si lo que pretendes es imprimir periódicos o incitar a los obreros a la huelga... guárdate muy mucho de intentarlo; vete a Georgia, a Kolchak, o serás encarcelado. No hablamos en broma».

Por esta época, Lenin salía siempre del Kremlin sin escolta. El 30 de agosto de 1918 los socialistas revolucionarios se vengaron: Fanny Kaplan disparó varios tiros sobre él cuando regresaba de un mitin. Lenin perdió mucha sangre, y su estado de salud empeoró. Sin embargo, consiguió restablecerse y tomó de nuevo las riendas del poder. En cuanto los médicos se lo permitieron, volvió a ocuparse con renovados bríos de cuestiones políticas internas, de tareas económicas, bélicas y de política exterior.

La revolución alemana y el final de la guerra reavivaron en Lenin las esperanzas en la revolución internacional. El 2 de marzo de 1919 inauguró en Moscú el Congreso Fundacional de la Internacional Comunista. Sus primeras palabras se las dedicó a Karl Liebknecht y a Rosa Luxemburgo, líderes del comunismo alemán asesinados en Berlín el 15 de enero de 1919. El Congreso Fundacional de la Internacional Comunista supuso para Lenin un acontecimiento decisivo, aun cuando en los primeros momentos sólo se adhirieron a la Comitern pequeños grupos comunistas. Los alemanes, en los que él había depositado sus mayores esperanzas, se opusieron incluso a la creación de la Internacional.

La crisis revolucionaria que sacudió a numerosas naciones europeas como consecuencia de la guerra fortaleció la posición del bolchevismo. En 1920, millones de trabajadores europeos acudían en masa a la Internacional leninista. La mayoría de los socialistas franceses y del USPD alemán y los partidos socialistas de Italia y Noruega deseaban ser «comunistas», defendían la causa de la Revolución rusa y del partido, que en el transcurso de la guerra mundial había cobrado mayor poder e importancia gracias a su empeño por concluir de una manera revolucionaria la guerra. La radicalización se agudizó tanto que Lenin se vio obligado a rechazar y criticar a grupos situados a la izquierda del comunismo. En 1920 escribió su obra El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo, precisamente contra las corrientes que condenaban los compromisos tácticos. El trabajo, redactado entre los meses de abril y mayo de 1920, se publicó del 8 al 20 de junio del mismo año en ruso, alemán, francés e inglés. Vio la luz justo antes de iniciarse el II Congreso Mundial de la Internacional Comunista, que evidenció los enfrentamientos tácticos del bolchevismo con los «comunistas de izquierda» en el tema de la táctica. Lenin ordenó a sus seguidores servirse de todas las artimañas de la política, pero sin perder nunca de vista las metas comunistas.

A él apenas le quedaba tiempo para su vida privada. Inès Armand contrajo el cólera en el Cáucaso, y falleció el 24 de septiembre de 1920. Su muerte supuso para Lenin un duro golpe.

El combate político en pro de la revolución internacional y de la sociedad sin clases continuaba. En su obra La gran iniciativa (junio de 1919), redactada a propósito de los subbotniks comunistas (trabajo voluntario en los sábados libres), Lenin dio la definición marxista más certera de las clases.

Las contradicciones entre los objetivos y la realidad se agudizaron, y la evolución hacia la dictadura se robusteció merced a numerosos factores históricos concretos. Los Soviets se fueron convirtiendo paulatinamente en instrumentos del Partido Bolchevique y pronto el Partido Comunista de Rusia se alzó con el poder. Ya en 1919, la dirección suprema la detentaban unos cuantos dirigentes bolcheviques. El propio Lenin reconocía: «Cuando en el futuro los historiadores investiguen a los gobernantes de Rusia a lo largo de estos diecisiete meses, [...] no darán crédito a sus ojos al ver que ha sido obra de un grupo tan reducido y exiguo. La razón es la siguiente: en Rusia existían muy pocos dirigentes políticos inteligentes, instruidos y capaces».

En marzo de 1921 se inició en Kronstadt, antiguo baluarte bolchevique, una revuelta contra el gobierno bolchevique. Lenin reconoció que rebeliones como esta evidenciaban un descontento de amplias capas de la población, por lo que se abandonó entonces la fórmula del «comunismo de guerra», sustituyéndola por la «nueva política económica» (NEP). En el X Congreso del partido, celebrado en marzo de 1921, Lenin anunció las nuevas directrices políticas. Al mismo tiempo, sometió a discusión un proyecto para unificar al partido, según el cual quedaban prohibidas las fracciones para impedir su escisión y para poner en práctica con absoluta unanimidad la NEP. Y así fue: la Asamblea prohibió las fracciones. A comienzos de 1922, Lenin amenazó a los mencheviques con tratarlos igual que a los «elementos nocivos» de los soldados blancos.

Durante su grave enfermedad (1922 y 1923), Lenin únicamente intervino en política de tarde en tarde. El XI Congreso, celebrado en marzo de 1922, sería el último en el que participaría. En mayo sufrió su primer ataque de apoplejía, que prácticamente lo apartó de la política. Al sufrir el 16 de diciembre su segundo ataque, Lenin perdió cualquier oportunidad para influir en la política práctica. El 9 de marzo de 1923, el tercer ataque de apoplejía lo inmovilizó en el lecho. El 21 de enero de 1924, a las 18:50 horas, fallecía.

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