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Islandia

Desde que me empezó a gustar la fotografía de paisaje, hace eso de tres años, Islandia siempre fue uno de mis viajes soñados. Montañas, cascadas, glaciares, auroras boreales... qué más podía pedir un chaval obsesionado con la fotografía de larga exposición y con capturar con su objetivo gran angular la mejor escena de cada lugar que visitara. Así, como viaje de fin de carrera, tres amigos y yo nos lanzamos a la aventura un 22 de julio de 2019.

En este post comentaré lo que organizamos antes del viaje y, en formato diario, lo que hicimos cada día, acompañándolo con observaciones y fotografías.

Preparación

  • Transporte: miramos caravanas y furgonetas, pero el precio se nos iba de las manos. Nos quedamos con un Hyundai i20, pagando 190 € cada uno.
  • Dónde dormir: habiendo descartado los vehículos vivienda, nos quedaban dos opciones: hoteles o cámpines. Por abaratar costes, nos decantamos por la segunda. Cogimos 2 tiendas de campaña y 4 sacos de dormir, pagando por todo ello 96 € cada uno (ganga cortesía de Iceland Camping Equipment).
  • Vuelos y desplazamientos: los vuelos más caros eran los directos, así que utilizamos Londres como escala. Sin embargo, los vuelos hacia y desde Londres no tenían como destino y origen, respectivamente, los mismos aeropuertos, por lo que tuvimos que coger buses para ir de uno a otro. En cuanto al equipaje, cada uno llevamos una mochila (equipaje de mano) y facturamos una maleta de 10 kg entre los cuatro. Esta última la utilizamos para llevar provisiones (latas de atún, embutidos, sopas, etc.). Así, los autobuses y vuelos de ida y vuelta supusieron un total de 412,94 por cabeza.
  • Extras: además de todo lo mencionado, cogimos un Campingaz de 220 g de gas y, por si acaso, un 4G mobile Wi-Fi hotspot con 4 GB de datos. Por cada uno se pagó, respectivamente, 12,25 € y 21,5 € por cabeza. Estos dos extras también los cogimos a través de Iceland Camping Equipment.
Resumiendo, sin la propia estancia en Islandia ya habíamos gastado 732,69 € cada uno; se avecinaba un viaje de no menos de 1000 €. De todas maneras, ya iré comentando a lo largo del post de qué podríamos haber prescindido.

Diario

Día 1

Comienza el viaje. Además de la comida que llevamos en la maleta, metemos en nuestros bolsillos, como bien podemos, el máximo número de barritas. Volamos en hora dirección Londres (Stansted) y llegamos a las 23:40 de allí. Tenemos hambre, por lo que nos acercamos a mirar los precios del Burger King que hay a la salida. Asustados, decidimos alejarnos de ahí y gastar 5 £ cada uno en una especie de menú que incluye un sándwich, una bolsa de patatas y una bebida.

Observación 1: no sabía que se podía pasar el control de seguridad con comida en la mochila o en los bolsillos. Puede ser muy útil en futuros viajes.

Observación 2: hay que asegurarse de que el agua que se coja en Londres no sea gaseosa. Vaya asco. Still water, bien. Sparkling water, mal.

Día 2

Cogemos de madrugada el primer bus que necesitamos para llegar a Luton, desde donde sale el siguiente vuelo. Hacemos escala en Victoria Coach Station. Los baños son de pago, y me sorprende la cantidad de indigentes que se amontonan en las paredes internas de la estación en busca de algo de calor. A las 03:40 cogemos el segundo bus, llegando finalmente al aeropuerto a las 04:45. A las 6:50 despega el avión con destino Keflavík. El vuelo, de tres horas de duración, se me hace eterno. En Islandia la hora es dos menos que la de España. Tan pronto como aterrizamos, nos llega un mensaje al móvil informándonos de que podemos usar Internet de la misma manera que en España. Por tanto, el punto de acceso 4G que alquilamos es totalmente inútil.

Nuestra siguiente misión es encontrar la oficina de Payless, empresa a través de la cual alquilamos el coche. En el aparcamiento exterior del aeropuerto vemos aparcados coches de diferentes empresas, pero de la nuestra no hay ni rastro. Parece ser que hay un busecito gratuito que nos acerca a la oficina, que está situada a unos cientos de metros de allí.

La chica que nos atiende nos comunica que, no sé por qué razón, nos cambian el coche a un Wolvskagen Polo, y nos piden quinientos y pico euros de depósito. Nos montamos en el coche, y cuando voy a colocar los espejos retrovisores, me doy cuenta de que el derecho no se mueve. Cambiamos de Wolvskagen Polo. Con este tenemos el mismo problema, pero pasamos de darle más vueltas al asunto. Aun así, ni Leti ni yo somos capaces de meter la marcha atrás. Tras hacer un poco el ridículo, nos dirigimos a Reykjavík con la intención de recoger el material que encargamos a Iceland Camping Equipment.

La oficina está en un primer piso, y allí nos atiende un chico joven que únicamente me pregunta por el nombre. Se lo doy y me indica dónde están los bártulos que alquilamos. Rápido, eficaz y agradable. Marchamos de allí y vamos a pasear por la ciudad en busca de algo de comer. Todo es excesivamente caro, pero, por suerte, nos encontramos con un local que vende alimentos por menos de 10 €. Yo me cojo un bagel y dos salchichas con puré de patata. Tras reponer fuerzas, vamos a Hallgrímskirkja, la característica iglesia de Reykjavík con forma de órgano. La ciudad, a grandes rasgos, no es nada fea, aunque tampoco ofrece demasiadas atracciones turísticas.

Monumento en Reykjavík, Fomapan 100

Cansados, nos dirigimos al Reykjavík Campsite, donde pasaremos nuestra primera noche. Nos cobran 9600 ISK (70,43 €) por pasar la noche allí en dos tiendas de campaña. Nada barato. Acto seguido, nos disponemos a montar las tiendas. Yo duermo con Jon, y Leti con Adrián. Tardamos en levantar las dos, pero no sale nada mal para ser la primera vez. Vamos a las mesas que están en la zona de recepción, donde hay enchufes para cargar el móvil y mapas para echar un ojo a sitios que no habíamos apuntado. El Wi-Fi no va demasiado rápido. Para cenar, hacemos espaguetis de bolsa al parmesano, o al menos lo intentamos. Nos vamos a dormir relativamente pronto, sobre las 19:30 de allí.

Observación 3: antes de alquilar nada, hay que cerciorarse de que es realmente necesario para el viaje. Nos podríamos haber ahorrado 21,5 € de habernos informado como es debido. En resumen, en Islandia la tarifa de datos es exactamente la misma que en España.

Observación 4: no sé cómo serán las demás compañías de alquiler de coches, pero Payless no me dio muy buena espina. El precio de ir a lo más barato, supongo.

Observación 5: al no encontrar información al respecto en la etapa de preparación del viaje, supuse que no era necesario reservar con antelación en los cámpines, y así es. Se llega, se le comenta al encargado de turno que se quiere pasar una noche, te da una pegatina para que pongas en tu tienda, y tan contentos.

Ruta del primer día en Islandia

Día 3

Nos levantamos pronto, sobre las 06:00. Estábamos cansados, pero diez horas y media de reposo han sido más que suficientes. No ha sido una noche tan dura como esperábamos, pero hemos pasado frío a pesar de habernos abrigado. Barajamos la posibilidad de dormir los cuatro juntos en una tienda de campaña las noches de aquí en adelante. Desayunamos y nos duchamos por turnos, ya que solamente Leti y Jon han traído chanclas. Por cada sexo, los baños disponen de unos seis retretes (cada uno equipado con dos sendos rollos de papel higiénico) y tres duchas. El olor del agua caliente no es nada agradable, pero se agradece que por cada ducha haya un banquito y perchas. Arrancamos el coche e iniciamos la ruta del Círculo Dorado.


Plantas del campin por la mañana, Fomapan 100

La primera parada es, por lo que tenemos apuntado, Thingvellir. Suponemos que es una cascada, no sé por qué. Resulta que es un parque nacional, y es en él donde se encuentra Öxarárfoss, la cascada que andábamos buscando. No es nada impresionante, pero el sitio, aunque plagado de turistas como nosotros, es muy bonito. Siguiente parada: Laugarvatn.

No sé por qué me emociono, ya empiezan los engaños de las fotos de Google. Son de pago (obviamente) y muy pequeñas. Decepcionados y con el estómago vacío, pretendemos comer, pero una especie de mosquitos que no pican y que tienen como único objetivo bailar alrededor de ti no nos lo permiten, por lo que nos dirigimos a nuestra tercera parada: el Geysir.
Alrededores del Geysir, Fujicolor 200

Tan pronto llegamos, nos hacemos cuatro bocatas de pan Bimbo islandés con atún del Mercadona, exportado de Bilbao. Los acompañamos con cuatro barritas energéticas, para autoconvencernos de que no pasaremos hambre. Este sitio también está lleno de turistas, y todos están esperando, con móvil en mano, a que el Geysir haga su aparición. Tras ver la famosa columna de agua un par de veces, nos dirigimos a Gullfoss.

Gullfoss, Fujicolor 200

Hasta el momento, este último es el sitio que más me ha impactado, tanto por la enorme catarata en sí como por el cañón en el que se sitúa. Una pareja de zaragozanos nos saca todas las fotos que les pedimos. En el mapa que adjunto a continuación vimos que había una piscinita por allí cerca, en Fludir, así que le pedimos a Google Maps que nos lleve hasta allí.

Piscinas y termas en Islandia, por Guide to Iceland

Nos deja en una urbanización de cuatro chalés, y allí no vemos piscina alguna. Seguimos investigando y llegamos a Secret Lagoon, una terma, a simple vista, algo mejor que la de 
Laugarvatn, pero no menos barata. Pasamos. Por lo que está apuntado en el planning de hoy, ahora tenemos que visitar el pueblo de Skálholt, donde hay una catedral. La entrada cuesta 750 ISK. Bomba de humo. Última parada del día: cráter Kerid. Puede estar bien; la foto que aparece en Google está chula.
Urbanización equivocada, Fujicolor 200

La entrada cuesta 400 ISK/persona; tampoco voy a quejarme. El sitio es muy bonito, pero el cielo encapotado le da un toque soso. No hay mucho que ver, por muy grande que sea el «bocho». La foto de Google, al haber sido tomada con un objetivo gran angular, me deja con la sensación de haber visitado un lugar totalmente diferente.

Tras un largo segundo día, vamos al Camping Selfoss. Decidimos dormir los cuatro en una tienda de campaña, y pagamos 6500 ISK por una noche. El campin es mucho más pequeño que el de la noche anterior, y hay conejos paseando por el césped. En la cocina hay un microondas, una cazuela y vitrocerámica. El problema es que no tenemos ni vasos ni platos donde servirnos la cena (hoy toca sopa de arroz). Probamos a echarla en unos vasos de plástico que hay por ahí, pero el agua hirviendo los destroza. Nos apropiamos de la cazuela y cenamos como bien podemos.

Nos vamos a dormir sobre las 22:30, no sin antes haber visto mi primer atardecer mientras paseábamos por los alrededores del campin.


Ruta del segundo día en Islandia

Observación 6: Reykjavík Campsite está muy bien, tiene de todo. Si a eso se le suma que está situado al lado de Reykjavík, es comprensible que cueste tanto dinero.

Observación 7: no es nada que no supiera ya, pero tengo que recordar que las fotos que se muestran en Google están tomadas de manera que el sitio en cuestión parezca diez veces más impresionante de lo que en realidad es. No llevo un objetivo gran angular conmigo, hay más turistas como yo visitando cada lugar de la isla y es muy poco probable que, atardeciendo a las 22:30, pueda hacer una foto de una cascada con el cielo rosado de fondo, ya que a esa hora estaremos, muy probablemente, metidos en el saco a punto de dormir.

Observación 8: tendríamos que haber traído platos de casa, además de una cazuela. Todos los cámpines no están tan bien equipados como el primero.

Día 4

Entre los cuatro hemos pasado menos frío a la noche. Desayunamos cereales sin leche, un poco de brazo de gitano y una lata de melocotón en almíbar, todo ello comprado en el supermercado Bónus el día anterior. Las duchas son algo peores que las del primer campin; hay tres, y el banco es común.
Plantas del campin, Fujicolor 200

Haciendo uso del mapa de las piscinas y termas, decidimos ir a Stokkseyri. Seguimos sin encontrar piscinas, pero en su lugar nos topamos con un pueblo precioso. En las calles no hay nadie, y las casas parecen estar vacías. Cada una de las viviendas tiene un jardín bastante extenso, y nos acercamos a uno que tiene una caravana a la que no se le da mucho uso, aparentemente. Avanzando por el jardín, subimos un par de escaleras que llevan a una hilera de rocas. Nos asomamos y vemos el mar. La escena me recuerda a The End of the F***ing World, cuando James y Alyssa van a la playa al final de la primera temporada.
Caravana, Fujicolor 200

En Hella y Hvölsvollur, nuestros siguientes destinos, no encontramos la piscina y el tobogán acuático que aparecen en el mapa, respectivamente. Después de haber visitado Stokkseyri, en estos dos pueblos no merece la pena ni aparcar el coche. Tras este paseo puebleril, empieza realmente el día de visita. La primera parada es Seljalandsfoss.
Seljalandsfoss, Fujicolor 200

Los alrededores son preciosos, y es impresionante verla desde atrás; desde allí nos mojamos, pero disfrutamos como niños. De camino a nuestro siguiente destino, Skógafoss, hay un montón de vacas por los prados que quedan a ambos lados de la carretera. El agua de la cascada cae con mucha fuerza, y se forman arcoíris constantemente.
Skógafoss, Fujicolor 200

Skógafoss, Fujicolor 200


A continuación, nos dirigimos donde se encuentra el avión abandonado, Sólheimasandur Plane Wreck. Google Maps nos deja en un aparcamiento desde donde hay unos 4 km hasta la atracción turística. Una avispada empresa visualizó en su día que podía sacar provecho de la situación y plantó un bus que, por el módico precio de 2000 ISK (unos 15 €), te hace los 8 km más amenos. Decidimos que el avión no merece tanto la pena como para gastar ese dineral. Nos dirigimos, pues, a Sólheimajökull, un glaciar que se encuentra a escasos 10 minutos del avión abandonado.

Empezamos a andar desde el aparcamiento hasta el glaciar propiamente dicho, pero nos encontramos con una señal que indica que no podemos seguir avanzando si no hemos reservado un tour previamente. Media vuelta. Al menos lo hemos visto desde lejos. Como última visita, vamos a Reynisfjara, la playa de arena negra. La recorremos durante unos quince minutos, alejándonos del aparcamiento. Es muy extensa. Cojo dos piedras que me parecen muy bonitas.

Nos dirigimos al campin más cercano, que no vamos sobrados de gasolina. Llegamos a Càmping Vík. Está muy bien situado, ya que el pueblo tiene un supermercado Krónan y una gasolinera; no necesitamos más. Pagamos 7000 ISK, montamos la tienda y vamos a cenar a la cabaña en la que, además del comedor, se encuentra recepción. Al no haber vitrocerámica, hacemos espaguetis precocinados utilizando el microondas. En las instrucciones se indica que debemos dejarlos ahí dentro durante unos 15 minutos. Cuando abrimos la puerta, el bol está ardiendo, obviamente, y algunos espaguetis siguen crudos; un estropicio. Afortunadamente, mientras los espaguetis se calentaban, Adrián y Leti han hecho migas con un francés que, amablemente, nos dona unos macarrones bien hechos. Vamos a dormir.


Ruta del tercer día en Islandia

Día 5

Nos levantamos sobre las 8:00. Las duchas son de pago, así que ni las piso. Desayunamos, recogemos todo y nos dirigimos a Svartifoss, una cascada situada a la entrada del parque nacional de Skatfafell, que a su vez pertenece al parque nacional de Vatnajökull. Ya no hay verdes praderas, sólo rocas negras con musgo. Nos acompañan las nubes.

Paramos el coche justo al salir de un puente, localizado éste por la zona del río Gígjukvísl. Aquí se puede ver más información acerca de la construcción. El paisaje no puede ser más espectacular. Por un lado hay arena negra, dejándose ver, en las cercanías del puente, pequeñas plantas que crecen en soledad.  Si se mira más allá, no hay absolutamente nada más que tierra y niebla. Por otro lado está la zona del río en sí. La niebla solamente nos permite ver la cumbre de montes nevados en la lejanía. Gasto la mitad del carrete.
Paisaje desde el puente, Portra 400

El aparcamiento de Svartifoss cuesta 700 ISK, y todavía tenemos que andar 2,4 km para ver la cascada. El paseo es bastante agradable, pero a la vuelta nos llueve de mala manera. Empapados, vamos hacia Jökusárlón, el famoso lago glaciar. Aunque llueva a cántaros, no me contengo y, aún en pijama, bajo a todo correr del coche. Termino la mitad que me quedaba del carrete, y sigo sacando fotos con el siguiente. Me parece precioso a más no poder.
Glaciares, Fuji Pro 400H

Llega la hora de dirigirse al campin donde pasaremos noche. Llegamos al Camping Höfn, y la lluvia no cesa. Pagamos 7100 ISK. Jon y Adrián montan la tienda en un momento en el que no llueve. Entretanto, Leti y yo cocinamos arroz con el Campingaz, ya que el campin no dispone de vitrocerámica. La mitad de nuestra cena se queda pegada a la cazuela, y la otra mitad está sosa de narices. Le echamos salchichas para disimular un poco, pero estas saben a demonios. Una vez más, estropicio de cena.

Para nuestra sorpresa, coincidimos con el francés que nos ayudó en el anterior campin. Se sienta con su mujer a nuestro lado, y cocina arroz con huevo cocido, esta vez disfrutándolo sólo ellos dos. Derrotados, vamos a dormir; mañana será otro día.


Ruta del cuarto día en Islandia

Observación 10: Càmping Vík está situado en un pueblo precioso, aunque el tiempo no nos acompañó para apreciarlo lo suficiente. Los baños, estéticamente, están muy cuidados, y las duchas tenían muy buena pinta. Al campin le falla el no disponer de vitrocerámica, y tener tres retretes por cada baño existente por sexo me parece muy escaso para la cantidad de visitantes que había.

Día 6

No ha sido la mejor noche, al menos para mí. Ha llovido, he pasado frío y los pájaros no callaban. Ducharse cuesta 100 ISK por cada 3 minutos; otro día más sin asearse. Desayunamos, recogemos y, antes de nada, vamos al supermercado Netto, que las provisiones empiezan a agotarse.

La primera visita del día es Stokksnes. Ya no llueve, pero en lugar de la lluvia nos acompaña una densa niebla. Llegamos donde indica Google Maps, pero allí no vemos ninguna montaña. Entramos en el puesto de información, y parece ser que hay que pagar 900 ISK por persona para visitar la zona, ya que comentan que es propiedad privada. No habría dudado en pagarlos si hubiera hecho buen tiempo, pero no era el caso. Muy decepcionado, seguimos nuestro camino; hoy es día de travesía. Entre la niebla y las eses que hace la carretera, se hace un viaje de lo más pesado.
Niebla y arena negra, Fuji Pro 400H

Hacemos una parada en el pueblo de Fáskrúðsfjörður, donde nos hacemos bocata de pan Bimbo con atún, nuestro ya típico plato gourmet. Nos acercamos a un supermercado que está a 200 metros y cogemos una bolsa enorme de patatas fritas. El pueblo está plagado de globos y carteles de Vodafone, nos sabemos por qué. Seguimos.

Llegamos a Egillstaðir relativamente pronto, sobre las 15:30. Resulta que estamos a 7 minutos de Vinland, la aldea donde se desarrolla el anime de Vinland Saga. El caso es que no tiene mucho sentido ver los siguientes destinos, ubicados estos en la zona norte, ya que sería ir para volver. Además, vamos bien de tiempo. Decidimos que pasaremos noche en Camp Egillstaðir. Nos atiende una chica muy joven y simpática. Pagamos 8000 ISK, 2000 por persona. La sala de estar es muy acogedora, y tiene tres sofás muy cómodos. El campin está perfectamente situado; tiene un Bónus y un Netto a 5 minutos a pie, además de una gasolinera. Aprovechamos que el Wi-Fi del campin funciona a una velocidad pasmosa para organizar las actividades de mañana. Volvemos a coincidir con nuestro amigo francés; ya van tres días seguidos.

Para cenar, hacemos espaguetis, y los acompañamos con una especie de salsa bechamel que acabamos de comprar. Al estar las mesas ocupadas, vamos a la tienda a devorarlos. No encontramos los tenedores, así que nos las arreglamos para agarrarlos con cucharas. De postre, unas onzas de chocolate. A descansar.


Ruta del quinto día en Islandia

Observación 11: el Camping Höfn es claramente el peor en el que hemos estado. No se puede ni cocinar ni comer en el interior de la cabaña, y el comedor exterior solamente dispone de unos cuatro bancos pequeños, y no hay vitrocerámica.

Observación 12: hay gente muy muy joven trabajando en supermercados y en comercios locales; lo que me ha llamado la atención.

Día 7

He pasado buena noche. Las duchas son gratuitas, así que aprovecho. Los baños están limpísimos, y son muy amplios. Mientras desayunamos, charlamos con una pareja de catalanes que nos recomienda lugares que no teníamos apuntados. Les agradecemos, nos despedimos y salimos del campin dirección Dettifoss.

Las nubes se han marchado ya, hoy llegamos a los 22 grados. La fuerza con la que cae el agua de Dettifoss me llega a asustar. No me da ninguna confianza acercarme a menos de 3 metros de las rocas que dan al vacío.  Por lo que se indica en un cartel, la cascada de Selfoss está a 1,4 km, pero hoy hay mucho que ver, por lo que decidimos no desviarnos. Ahora vamos a Ásbyrgi, «un cañón con áreas boscosas», como dice Wikipedia. Cuando llegamos, no vemos por ningún lado las fotos que aparecen en Google. Paseamos diez minutos y nos volvemos al coche. No arrancamos hasta que nos hacemos el bocata. Próximo destino: Hverir. En ciertos puntos del camino, la carretera está en pésimas condiciones. Damos botes cada dos por tres, y no podemos ir a más de 8 km/h.
Dettifoss, Fuji Pro 400H

Los colores de Hverir son cálidos y vivos, pero el olor es insoportable. Vemos que hay gente subiendo por una montañita, así que los imitamos. En la cima hay más charcas de lodo hirviendo, nada diferente a lo que había abajo. Sin embargo, el camino a seguir está menos señalizado, por lo que suponemos que hay más libertad de movimiento. Aun así, me paseo con cuidado. De poco me sirve, ya que el suelo cede en un mal paso que doy. Saco inmediatamente el pie del lodo hirviendo, pero me escuece de mala manera. Me lo tomo a risa, y bajo descalzo de un pie la montañita que habíamos subido minutos antes. Antes de montarme en el coche, Jon me echa pasta de dientes en la zona afectada, para aliviar el dolor. Leti, Adrián y Jon insisten en ir a un hospital, por si las moscas. Me hago el duro, pero al final cedo. Tenemos suerte de estar cerca de Akureyri, el cuarto centro urbano de la isla.

Tras una larga espera de dos horas, me atienden. Una enfermera y su ayudante me dan vaselina en lo que ya se había convertido en un trío de ampollas, poniéndome ni sé cuántas gasas encima. El accidente me sale por 6700 ISK.

Vamos a pasar noche en el Campsite Hamrar. Es enorme, y a la entrada hay hasta tráfico de la cantidad de gente que pretende entrar. Pagamos unos 8000 ISK. Tiene un par de pequeños estanques, y en uno de ellos hay un parque para niños. Hay otro par de cabañas que tienen duchas y retretes y, por último, la cabaña donde duerme el empleado de turno, que permanece abierta como la cocina, hasta las 23:00.
Interior de la cabaña de Hamrar, Fuji 400H

La cocina, con utensilios de todo tipo, por fin tiene vitrocerámica, y la utilizamos para hacernos sopa. Estamos hambrientos y no vamos mal de provisiones, así que cada uno se come lo equivalente a dos raciones. Acabo reventado. Veo mi segundo atardecer y mi primero en condiciones, rodeado de montañas.


Ruta del sexto día en Islandia

Observación 13: el Camp Egillstaðir es un lugar muy agradable, limpio y cuidado. Le añadiría más espacio para comer y, como siempre, vitrocerámica.

Observación 14: recuerdo que, hace un par de años, tenía muchas ganas de hacer un vídeo de Islandia formado por tomas aéreas de la isla. Menos mal que no cometí el error de comprar un dron, ya que, en la mayoría de lugares que hemos visitado aquí, hay una señal que indica su prohibición.

Observación 15: como he mencionado, he tenido la suerte de encontrarnos relativamente cerca de un hospital. De no haber sido el caso, no sé hasta dónde tendríamos que habernos desplazado. Por ello, es muy aconsejable llevar un pequeño kit médico.

Día 8

No paso mala noche, la verdad; he tenido hasta calor. Desayunamos, nos duchamos, recogemos y, como ayer no me dieron el informe médico, volvemos al hospital a que me lo entreguen. También compramos vaselina (370 ISK) en una farmacia cercana. Resulta que para que te atiendan tienes que coger un ticket con número, como si fuera una pescadería.

Por culpa de mi accidente, ayer no pudimos ver todo lo que teníamos apuntado, así que toca verlo hoy. Nuestra primera parada no es ni más ni menos que Grjótagjá, la cueva en la que Jon Snow e Ygritte, de Juego de Tronos, se dan besitos. Es pequeña, pero muy bonita. El agua, por lo que indican, está entre 40 y 90 grados, por lo que esta vez ando con más cuidado. Al irnos del aparcamiento de la cueva, nos volvemos a encontrar con nuestros amigos los franceses.

Al ser más baratas que la famosa Blue Lagoon, decidimos ir a las termas del lago Myvatn. Lisiado como estoy, con las sucias gasas, no puedo entrar al agua, pero los empleados me permiten entrar a observar. Leti, Jon y Adrián pagan unos 3000 ISK por cabeza. Los vigilo mientras se bañan, y aprovecho para vencer a un recluta del Team Rocket en el Pokémon Go.

Mientras espero a que mis amigos salgan del vestuario, hablo con una empleada que quiere saber cómo de satisfecho estoy con mi experiencia de no bañarme. Muy amable y curiosa, me pregunta por mi tobillo. Le cuento lo sucedido y, asustada, me dice que nunca debería quitarme prendas de ropa cuando me quemo. Eso hizo, según dice, un francés que metió hace unos meses no el pie, sino toda la pata, en las charcas de lodo hirviendo y que, en consecuencia, se quedó sin piel.

Replanteándome mi existencia, nos dirigimos a Goðafoss. Estamos un poco quemados de tanta cascada, así que la vemos en 5 minutos y vamos al supermercado Bónus a por algo de comida que llevarnos a la boca. Son las 17:00. Nos dirigimos a Reykjafoss.

Google Maps nos dice que ya hemos llegado, pero nos encontramos en una carretera en medio de dos praderas. No perdemos más tiempo y vamos a Hvitserkur; Wikipedia lo describe como «un farallón basáltico». Aparcamos, caminamos varios cientos de metros y por fin vemos el enorme pedrusco, ubicado en una playa de arena negra. Nos vuelve a acompañar la niebla, y hace un frío que pela.

Nos dirigimos a nuestro próximo campin, Camping Hvammstangi. No hay nadie en recepción, lo que significa que tendremos que pagar cuando el encargado vuelva. Decidimos probar suerte de nuevo con el arroz a la hora de cenar. No sale demasiado mal, pero sigue estando soso. El comedor es grande, y hace tanto calor que se me empañan los cristales de las gafas. El Wi-Fi va muy bien. Anochece y vamos a dormir.

Ruta del séptimo día en Islandia

Observación 15: Campsite Hamrar es una pasada. Está todo muy cuidado. Los baños son espaciosos y los mantienen limpios, cosa que se agradece. Sin embargo, no me gustó el hecho de que hubiera tanta gente. También le reprocharía que no dispone de enchufes que queden cerca de la zona en la que se ubican las tiendas de campaña; el único está dentro de la cabaña donde duerme el empleado, y hasta las 8:00 no abre. Para nosotros, que cargamos el móvil cuando desayunamos o cenamos, no es nada práctico. 

Observación 16: a estas alturas, creo que ya puedo deducir que foss significa cascada, fjara playa y jökull glaciar. A la hora de coger un mapa para planificar el viaje, todas las palabras con estas terminaciones podrían esconder rincones bonitos.

Observación 17: recordad, chicos y chicas, si os quemáis alguna parte del cuerpo, no os quitéis las prendas de ropa de esa zona, ya que os podéis quedar sin piel.

Día 9

Ha sido una buena noche, quitando que he tenido que salir de la tienda tres veces para orinar, debido a la cantidad de agua que estoy bebiendo estos días por la tos que me acompaña. Mientras desayunamos, aparece la encargada del campin, y pagamos 1200 ISK por persona. Como el campin no dispone de duchas, no nos podemos asear.

Al parecer, deben poderse ver focas por los alrededores, así que vamos a un puesto de información a preguntar. Uno de los puntos desde los que se pueden ver es Illugastadir, a 25 minutos del pueblo. Por donde Google Maps nos dice que paremos no hay ningún sitio indicado, pero nos bajamos a buscar algún caminito que lleve al mar por la pradera. Vemos una valla rota y rastro de que ha habido gente que ha pasado por allí, así que no dudamos. No vemos nada por la costa. Volvemos al coche.

Divisamos a lo lejos, por donde está aparcado nuestro coche, un tractor acercándose. Queremos pensar que está dando la vuelta, o que simplemente se ha confundido. El hombre que lo conduce se baja, saca un par de fotos al coche y su matrícula, y nos saca una foto a nosotros yendo hacia él. Se acerca a nosotros y nos grita, de mala manera, que si hemos roto la valla, y nos pregunta qué hacemos allí, a ver si no vemos que es propiedad privada y que se le podrían haber escapado las ovejas. Nos limitamos a disculparnos y a decirle que nosotros no hemos roto la valla, que ya estaba así cuando llegamos. Esperamos que no nos ponga ninguna denuncia.

Con el susto en el cuerpo, nos dirigimos a Látrabjarg, un acantilado donde se supone que podemos encontrar frailecillos. Nos esperan cinco eternas horas. El paseo por los fiordos del oeste es precioso, pero el hecho de que haya tantas curvas lo hace especialmente duro de llevar. Al fin llegamos al acantilado, pero vemos que solamente hay un par de frailecillos, que además están escondidos. Decepción total y absoluta.

Frailecillo, Fuji Pro 400H

Nos dirigimos a Patreksfjörður Camping, donde pasaremos noche. Mencionar que, entre el campin y Látrabjarg, hay una pequeña aldea en la que se encuentran un avión, un barco y un bus abandonados. De nuevo, no está el encargado del campin. Montamos la tienda y nos hacemos la cena. El sitio es muy bonito, y no hay mucha gente. En la cocina, eso sí, hay muchísimas moscas. Al atardecer, voy a pasear por el pueblo para sacar algunas fotos.

Paseo por el pueblo, Fuji Pro 400H

Justo cuando nos metemos en la tienda para dormir, viene el encargado para que paguemos. Al ver que somos españoles, se pone a charlar con nosotros. El joven es portugués, y está ganando algo de dinero mientras viaja por Islandia. Vive en el pueblo, y se le ve muy contento. Pagamos 6000 ISK y nos vamos a dormir.

Ruta del octavo día en Islandia

Observación 18: las gasolineras que más abundan en Islandia son las N1. Los supermercados más conocidos y baratos son Bónus, Netto y Krónan.

Observación 19: Látrabjarg, el acantilado donde se encuentran los frailecillos, es un lugar para venir con teleobjetivo. De hecho, había un grupo de fotógrafos tumbado sobre la hierba, cada quien con un objetivo más grande, haciendo una sesión a los condenados animalillos.

Observación 20: Camping Hvammstangi está bastante bien; es barato y tiene vitrocerámica. Como dato de interés, hay un cementerio justo al lado.

Observación 21: hay que tener cuidado con meterse en una propiedad privada. Hay que hacer menos caso a Google Maps y más a las señales o a la ausencia de las mismas.

Día 10

A las 2:00 un niño ha empezado a berrear. No ha sido muy buena noche. Nos levantamos a las 7:30 y desayunamos mientras cargamos el móvil. Recogemos la tienda y nos duchamos. Solamente hay dos duchas, pero en el campin no hay tanta gente como para que haya que estar esperando para entrar. Cada una tiene un banquito donde apoyar la ropa, como el primer campin en el que dormimos. Además, hay enchufe.

La tos me está matando, así que nos dirigimos a la farmacia del pueblo. Media vuelta; abre a las 12:00. Hoy toca día de travesía también, nos esperan 5 horas y media de viaje, y no pensamos parar a ver posibles cascadas, piscinas o pájaros que pueda haber por el camino; estamos quemados.

El viaje no se hace tan pesado como el de ayer, ya que las carreteras son decentes. Antes de ir al campin, vamos a una farmacia a por algo que me alivie la tos. Me dan una especie de Dalsy. Llegamos finalmente al campin de Grundarfjörður, donde pretendemos pasar la noche. Pagamos 4400 ISK (1100 por persona). Asombrados por lo barato que es, preguntamos a la encargada a ver si hay cocina o alguna cabaña donde poder encender el Campingaz. Negativo, por algo es tan barato. Antes de preguntar a ver si existiría la posibilidad de que nos devolvieran el dinero, buscamos otro campin cercano que disponga de cocina, o de algo más que no fuera simplemente terreno para montar la tienda. Encontramos el Ólafsvík Camping Ground, así que vamos donde la encargada. Confundida, nos devuelve el dinero en metálico.

El segundo campin tiene una cabaña separada en dos por una mesa enorme. Por un lado, está la cocina, con vitrocerámica y utensilios varios. Por otro, los servicios. Mientras Leti, Jon y Adrián hacen sopa para cenar, me acuesto en la tienda a descansar algo, a ver si se me pasa el dolor de cabeza. Después de cenar, sobre la hora dorada, vamos a Kirkjufell. Google Maps, siempre partidario de meternos en líos, nos lleva a otra propiedad privada, esta vez a una prisión. Los encargados no nos gritan como hizo el terrateniente del día anterior, pero no nos ponen cara de buenos amigos. Nos da igual, y ya que estamos le preguntamos por el sitio que andamos buscando. Resulta que Kirkjufell es simplemente la montaña, el sitio que andamos buscando es Kirkjufellfoss, una cascada desde la que se puede ver el paisaje en su conjunto. De nuevo, sin gran angular no se puede hacer la típica foto, ni nada parecido. De todas formas, el sitio es muy bonito.

Volvemos al campin, me tomo la medicación y vamos a dormir.

Ruta del noveno día en Islandia

Observación 22: Patreksfjörður Camping está ubicado en un pueblo precioso, y no le falta de nada. Eso sí, habría que ahuyentar a las moscas de la cocina.

Observación 23: Grundarfjörður Camping Ground es una vergüenza de sitio. Básicamente, pagas por que te dejen poner la tienda en el suelo y por poder ir al baño. Aun así, el pueblo en el que se encuentra es precioso.

Observación 24: los comercios en Islandia tienen un horario rarísimo. Abren tarde, muy tarde, y cierran relativamente pronto, sobre las 19:00. De todas formas, los domingos abren.

Observación 25: antes de pagar por la estancia en un campin, hay que mirar lo que este ofrece, no vaya a ser.

Día 11

He pasado bastante frío a la noche. Desayunamos, recogemos y Leti y yo vamos a por táperes al supermercado del pueblo. Las duchas están bien, aunque solamente hay una por sexo. Hacemos un poco de pasta antes de irnos, y las metemos en los táperes. Me cambio de gasas; las ampollas ya están mucho mejor. Viene la encargada del campin, y le pagamos 6000 ISK.

Nuestro primer destino es Dritvik, una playa con formaciones rocosas muy curiosas. Gasto el carrete anterior tan pronto llegamos, y pongo uno de blanco y negro. Después visitamos Arnarstapi, un pueblo costero en el que se encuentra un famoso farallón en forma de puente. Me arrepiento de no haber llevado un gran angular, para variar. Por los alrededores hay unos pajarillos parecidos al kiwi (al menos las crías).

Drivtik, Fomapan 100

Tenemos hambre, pero posponemos los espaguetis hasta llegar a nuestro siguiente destino, la iglesia negra de Búðakirkja. Es bonita, tampoco me esperaba más. Comemos la pasta (sequísima) y vamos a Deildartunguhver, un manantial de aguas termales. Lo disfruto mucho más que el Geysir. Sé que no es lo mismo, ya que en Deildartunguhver no hay erupción alguna. Sin embargo, apenas hay gente, y al estar el agua tan caliente, no paran de surgir nubes de vapor. Como última visita, vamos rumbo Víðgelmir. Cuando apenas queda un par de kilómetros para llegar, vemos una señal que indica que solamente se puede acceder con guía, así que damos media vuelta. Ya toca ir buscando algún campin.

Deildartunguhver, Fomapan 100

Damos con Mósskogar, una especie de campin-granja. Nos atiende el jefazo, un hombre que parece Clint Eastwood en Gran Torino, pero algo más agradable. No admite tarjetas de crédito, pero nos permite pagar en euros. Se conforma con 50, algo menos de lo que saldría el cambio de 8000 ISK, el precio real. Nos lleva a la zona donde debemos montar la tienda. Tenemos para nosotros un terreno de unos 25 metros cuadrados. Damos un paseo por el campin, y en total debe haber unas diez tiendas de campaña, incluyendo caravanas; el sitio es un lujo. Don Jefazo me pregunta de dónde somos, le digo que de Bilbao y me responde que hace poco «tuvo un Iñaki que le ayudaba en la granja». Le comento que tiene un sitio precioso.

Entrada a Mósskogar, Fujicolor 200

Árbol del campin, Fujicolor 200

La cocina y el comedor se encuentran en un invernadero. Intentamos utilizar la plancha de cocina de la que dispone, pero tarda demasiado en hacer hervir el agua, así que utilizamos nuestro Campingaz; hay que gastarlo, nos vamos pasado mañana. El Wi-Fi no llega, pero le perdonamos todo a este maravilloso campin. Cenamos al lado de una pareja de americanos con seis hijos; parece la familia de Captain Fantastic. El padre es un sol.

Nos acurrucamos en la tienda de campaña y vamos a dormir.

Ruta del décimo día en Islandia

Observación 26: Ólafsvík Camping Ground es muy decente, no tengo nada que reprocharle. Quizás la cocina sea demasiado pequeña (es una salita), pero se lleva bien.

Observación 27: no es mala idea llevarse táperes de casa, nos habrían servido de mucho si llegamos a tenerlos desde el principio del viaje.

Día 12

No he podido pasar peor noche. Me he congelado, y eso que llevaba encima dos pares de calcetines, dos pares de pantalones, camiseta y dos sudaderas. No he conciliado el sueño hasta que han dado las 5:00, más o menos. Me despierto sobre las 8:00, y me voy al coche hasta que el resto se despierte; al menos allí no me dará una hipotermia.

Desayunamos y cocinamos espaguetis. Jon y yo les echamos aceite a los nuestros para que no estén tan secos como los de ayer. Aparcamos el coche donde lo hicimos nuestro primer día en la isla, y pasamos parte de la tarde paseando por Reykjavik, comprando postales e imanes. Me gustaría hacer especial mención de 12 Tónar, una tienda de discos muy bonita.

Cuando volvemos, nos encontramos con una multa de 4500 ISK. Está redactada en islandés, así que nos dirigimos a un hotel que hay a 10 metros para que alguno de los empleados nos la traduzca. Resulta que en Islandia los aparcamientos de pago no los indican ni con líneas azules o amarillas ni con máquinas en las que claramente se vea que hay que pagar, sino añadiendo a la «P» de la señal un subíndice «1», «2», «3» ó «4» que indica la zona de aparcamiento de pago en la que se está estacionando; hemos tenido suerte de que la zona 3 sea de las más baratas.

Ahora bien, ¿dónde narices tenemos que pagar? Los bancos ya están cerrados, así que tenemos que esperar a mañana. Asustados, buscamos opciones, y preguntamos a uno de los empleados de Mósskogar (el joven habla castellano, alemán, algo de islandés, inglés...). Nos dice que podemos ir a un supermercado Krónan cercano, donde hay un cajero automático. Llegamos y no sabemos cómo hacerlo, así que preguntamos a un hombre joven que está sentado. Afortunados nosotros, el treintañero islandés entiende y habla castellano, ya que está casado con una argentina. Nos comenta que mañana podemos ir a Kringlan, un centro comercial bastante grande donde hay un banco con trabajadores a los que podremos preguntar.

Cenamos pasta, para variar. Antes de dormir (en Mósskogar de nuevo), cambio de táctica en cuanto a la vestimenta. Sustituyo una de las sudaderas por mi chamarra. Espero que funcione.

Ruta del undécimo día en Islandia

Observación 28: pues eso, todo el rollo de las señales de aparcamiento. Antes de viajar a Islandia, parece ser que tendríamos que haber hecho un curso de adaptación.

Día 13

Hoy sí, HOY SÍ. He dormido como un bebé. Solamente me he despertado sobre la 1:00, y he coincidido con Eli, así que aprovechamos para hablar un rato por WhatsApp. No he vuelto a abrir los ojos hasta las 9:00.

Hoy, sábado, salen de su escondite los veinte mil empleados de la granja y hacen los preparativos para el mercadillo semanal. Recogemos la tienda cuanto antes, para no molestar. Antes de desayunar, vamos a Kringlan, pero en el banco nos dicen que no pueden ayudarnos. Desistimos; nuestra última opción es que haya alguien en el aeropuerto dispuesto a escucharnos.

Volvemos a Mósskogar para desayunar. En la zona de take or leave han dejado de todo; un bote de Nutella, pasta, salsas, etc., así que me pongo las botas. Después de desayunar, nos aseamos. Las duchas son exteriores, pero no pasamos frío. En el mercadillo ya está todo el pueblo; compran ropa y comen un arroz que cocina un hombre parecido a Helsinki, de La Casa de Papel. Nos despedimos de los empleados y del dueño del campin, dándoles las gracias por el trato que han tenido con nosotros.

Ropa del mercadillo, Fujicolor 200

Antes de devolver el coche, pasamos por el aeropuerto para intentar pagar la multa. Por fin nos la quitamos de encima, y además hemos pagado unos 1500 ISK menos. Reponemos gasolina para entregar el coche con el depósito lleno y nos dirigimos a la oficina de Payless.

El proceso de devolución es excesivamente rápido; un chico de AVIS revisa el coche sin siquiera tocarlo y nos da el visto bueno. Preguntamos por la fianza, y nos dicen que nos la ingresarán dentro de unos 3/5 días. Vamos al aeropuerto y hacemos tiempo hasta la hora del vuelo.

Ruta del duodécimo y último día en Islandia

Observación 29: en todos los cámpines que he estado hay una zona de take or leave. En ella hay desde comida, especias y salsas hasta cartuchos de gas vacíos o que todavía pueden servir para hacer una o dos comidas.

Observación 30: ahora que me he recorrido toda la isla, me parece muy curioso que, de cadenas de comida rápida, solamente he visto Subway y Domino's.

Observación 31: Mósskogar es una completa maravilla. Me ha encantado ver a tanta gente del pueblo reunida pasando un buen rato. El campin no está masificado, sino todo lo contrario; te sientes un privilegiado por estar ahí.

Día 14

Llegamos al aeropuerto de Luton. Hacemos transbordo de bus en la misma estación de autobuses del primer día, Victoria Coach Station. Disfruto mucho el viaje en el segundo bus; Londres es precioso de noche. Cuando llegamos a Gatwick facturamos la maleta (tropecientas horas antes del vuelo); no vamos a cargar con ellas todo el día. Miramos el precio de los billetes de tren hacia Brighton y Londres, decantándonos finalmente por la primera opción.

Mala decisión: esta noche ha sido la fiesta del orgullo. Todo está sucio de narices y aún hay gente borracha gritando por la calle. Sin embargo, se ve que la ciudad tiene su encanto. La gran mayoría de bares están cerrados, pero, por suerte, damos con Sugardough, que acaba de abrir. El sitio es pequeño y cuco, y la camarera es muy agradable. Para desayunar, pido dos tostadas con huevo y beicon y un vaso de leche por 10 £. Cómo lo echaba de menos. Si me hubieran dicho que tengo que pagar 30 , de buena gana lo habría hecho igualmente.

Vamos a la costa, a visitar el famoso muelle. Abre a las 10:00, así que nos tumbamos en la playa de piedras. Caemos dormidos al momento. Hay grupos de personas paseándose por la playa con detectores de metal. Saco un par de fotos y vamos al muelle. Tras un paseo por este salón de juego masificado, nos sentamos en unas tumbonas y nos volvemos a quedar dormidos.

Gaviotas en el muelle, Fujicolor 200

Despertamos a la hora de comer, así que nos vamos de allí en busca de alguna hamburguesería. Se me empieza a revolver el estómago. Ya por la zona de restaurantes no aguanto más, necesito ir al baño. Me meto en el primer restaurante que veo y pregunto por los servicios. Me dicen que tengo que consumir algo, y les contesto que me pongan lo más barato que tengan. Salgo aliviado, y vamos a comer al Brighton Burger. Parece que a Jon también le duele la tripa, así que buscamos un restaurante cercano donde no haya que pagar por utilizar el retrete. Encontramos el Café Rouge. Lo dejo ahí y vuelvo a por mi hamburguesa.

Sin embargo, en los escasos 100 metros que separan ambos restaurantes, me vuelve a venir el dolor de tripa. Me hago el duro y le doy tres mordiscos a la hamburguesa antes de salir corriendo al baño del que ya sale Jon. Sufriendo en el retrete, Jon toca la puerta, pidiéndome que salga ya, que no aguanta. Por las prisas, se me cae el móvil y se me destroza la pantalla. Esto no puede estar yendo peor. Hacemos el cambio. Al de cinco minutos, me vuelve a dar el apretón y corro hacia el restaurante. Las camareras tienen que estar pasándoselo pipa viéndonos ir y venir.

Cuando salgo, Jon y Adrián me dan una botella de una bebida similar a Powerade, que se supone que nos hace bien. Parece que nos recuperamos. Vamos hacia la estación de trenes, pero ahora el apretón lo sufre Leti. Mientras Adrián, Jon y yo charlamos alegremente, me viene el apretón a mí. Sin nada ya dentro de mí, llegamos por fin a la estación.

Nos metemos al tren que va dirección al aeropuerto y lloramos de alivio y felicidad, ya que hay 5 retretes distribuidos a lo largo de los 9 vagones. No los usamos, ya estamos mejor. Llegamos al aeropuerto. Jon y yo vamos al baño una vez más, por si las moscas. Cogemos el avión y aterrizamos no cagados y salvos a Bilbao.

Posdata y observación final

Esta entrada, como tal, la empecé a escribir tras haber vuelto de Islandia. Mientras redactaba en condiciones lo que fui apuntando en el bloc de notas del móvil a lo largo del viaje, estaba también peleando con AVIS, Payless, Wizz Air, y Rentalcars debido a un problema con el depósito que dejamos el primer día. Resumiendo, Payless se había inventado que habíamos cogido con ellos un seguro a todo riesgo, cuando ya lo habíamos cogido con Rentalcars. Así, con la excusa de llamarlo «depósito» y no «seguro» cuando hablamos con la empleada de turno en la oficina de Payless en Islandia, nos quisieron mangar 510 €. Además, me falsificaron la firma en un documento.

Llamé a las cuatro empresas treinta mil veces, y se pasaban el marrón la una a la otra. Con Payless, directamente, era imposible contactar. Mandé vía mail varias reclamaciones, el contestador automático me asignaba un número de referencia y un supuesto agente secreto que me iba a ayudar en el caso, y finalmente la empresa sudaba del tema. Fui a la Oficina del Consumidor en Santa Pola, pero no consiguieron nada. Por suerte, mi padre reclamó también a través del banco y AVIS cedió, consiguiendo nosotros el dinero de vuelta. 

Observación final: mirad siempre lo que firmáis, pedid recibos, guardad todos los documentos que os envíen (futuras pruebas) y escuchad atentamente lo que os explican en las oficinas en cuestión, sobre todo en países extranjeros. Por lo que vi cuando estuve reclamando, no soy el primero ni seré el último al que le ha pasado algo similar con respecto al alquiler de coche.

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